lunes, 19 de junio de 2017

Las CEBs en la actualidad, por Norma Quito, Guayaquil

LAS  CEBs  SOMOS  ALTERNATIVAS  DE  IGLESIA  Y  DE  SOCIEDAD
Norma  QUITO,  abril de 2017.

Norma Soledad QUITO MONROY, maestra jubilada, es animadora de las CEBs de Guayaquil, Ecuador.

En Ecuador, las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) nacieron al principio de los años ’70. Respondían al despertar de los cristianos de los sectores pobres de la ciudad y de campo. Estos cristianos querían seguir a Jesús mediante el conocimiento de la Biblia y el compromiso solidario entre vecinos. Tenían las orientaciones de la segunda reunión latinoamericana de los obispos en Medellín (Colombia, 1968) que buscó aplicar a la realidad de América Latina el Concilio Vaticano II (Roma, 1962-65). Se quería concretar el llamado del papa Juan XXIII en vísperas del Concilio: “La Iglesia es y debe ser la Iglesia de los Pobres”.
                Cincuenta años después las CEBs han crecido en todos los países de América Latina y tienen desde 2005 una Articulación Continental en México. A partir de la realidad de las CEBs urbanas de Ecuador, vamos a ver qué han aportado las CEBs a la Iglesia y a la sociedad.

1. REALIDAD DE LAS CEBs EN ECUADOR
-          Las CEBs comenzaron siendo urbanas en el año 1979 cuando se reunieron por primera vez al nivel nacional en Riobamba (provincia de Chimborazo) con monseñor Leonidas Proaño (+ 1988), profeta latinoamericano de la Iglesia de los Pobres. Nacieron luego, con su respectiva coordinación nacional, las CEBs Indígenas (llamadas ‘Iglesias vivas’), campesinas y negras.
-          En 1984 participaron en la 2ª reunión latinoamericana de CEBs que tuvo lugar en Cuenca, provincia del Azuay (Ecuador). Estos 4 espacios de CEBs realizaron varias reuniones nacionales comunes a pesar del poco apoyo de los obispos y sacerdotes. Con el paso de los años, las CEBs negras conformaron la pastoral afro-ecuatoriana con su propia organización nacional.
-          Actualmente, las CEBs urbanas, campesinas e indígenas continúan vivas y reuniéndose anualmente. Sienten el apoyo del papa Francisco que se inspira mucho en sus vivencias y su espiritualidad.

2. RESCATAMOS AL JESÚS HISTÓRICO Y A SU PROYECTO DEL REINO
Esa la gran novedad de las CEBs. Las CEBs comenzaron en Brasil y los años ’50, es decir unos 10 años del Concilio Vaticano II. En el Concilio los aportes fueron en torno a los pobres, a la validez de las ‘pequeñas Comunidades Cristianas, a la importancia de la Iglesia de los Pobres. Pero estas realidades eran desconocidas por la mayoría de los obispos, en particular los de Europa. Y los obispos latinoamericanos no se conocían lo suficiente para fortalecer más estas líneas de Iglesia fruto de la novedad de las CEBs.
El ‘bautismo’ de las CEBs aconteció en Medellín cuando reconocieron que eran “el primero y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo” (10,15). Los demás documentos latinoamericanos de los obispos confirmaron siempre las CEBs, en particular el Documento de Aparecida (Brasil, 2007).
                Cambiaron la cristología al insistir sobre la humanidad de Jesús, la eclesiología ubicando la Iglesia al servicio del Reino, las parroquias poniendo a los seglares en su centro vital, la misión orientándola hacia la opción por los pobres y sus causas. Fueron, en palabra de Leonardo Boff, brasileño y uno de los mayores teólogos de la liberación, un “eclesio-génesis”, o sea, una recreación de la Iglesia.

3. APORTES DE LAS CEBs A LA IGLESIA
-          “Somos la Iglesia de los pobres”.
Alguna vez un obispo dijo a los miembros de las CEBs reunidos en Asamblea anual: “Gracias por ayudar a la Iglesia”. La respuesta de una animadora de CEBs fue la siguiente: “Monseñor, no estamos ayudando a la Iglesia. Somos un Iglesia diferente de la Iglesia oficial demasiado comprometida con los poderosos y los privilegios. Las CEBs somos la Iglesia de los pobres”.
-          “Profetas, sacerdotes y reyes-pastores”.
En las CEbs, hemos descubierto nuestra misión bautismal tanto en la Iglesia como en la sociedad: “Tú eres profeta, sacerdote y rey-pastor”. Nuestra misión es ser “hombres de la Iglesia en el corazón de la sociedad y hombres de la sociedad en el corazón de la Iglesia”. Los seglares somos los primeros en la Iglesia: la Iglesia no es el clero sino el pueblo de Dios y el clero está al servicio de este Pueblo que somos nosotros.
Gracias a las CEBs descubrimos la dimensión colectiva de nuestra misión bautismal. Como CEBs somos una ‘profecía’ viva, en acto, por nuestra manera de vivir más humana y cristianamente. Como CEBs somos el sacerdocio de Cristo: somos el culto que Dios quiere, o sea, un pueblo fraternal que nos ofrecemos a él. Como reyes pastores somos no sólo germen, sino presencia viva del Reino.
-          Una religiosidad transformadora.
Los pobres hemos inculturalizado el Evangelio en nuestra religiosidad y nuestras devociones populares. Pero esta religiosidad no se enraizaba en el Evangelio ni era transformadora de nuestra realidad: no teníamos a nuestro alcance la Palabra de Dios y estábamos encerrados en las paredes de nuestras iglesias. El Concilio nos abrió la Biblia y las puertas de nuestras iglesias. Esto transformó nuestra religiosidad: el Evangelio la revitalizó y nos proyectó al servicio de los demás para transformar la realidad que era un espacio de opresión e injusticias.
-          Una espiritualidad liberadora.
En las CEBs descubrimos la fuerza del Espíritu activo en nosotros. “La espiritualidad es ese fuego que nos levanta desde dentro para la liberación”. La espiritualidad nos hacía mirar no tanto en el cielo, sino en la tierra, para que allí “se haga su voluntad” y que “venga su Reino”.
Aprendimos a “beber en nuestro propio pozo” (Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación), es decir, vivir, rezar, amar, luchar a partir de nuestra realidad latinoamericana. ‘Somos un continente creyente y empobrecido’… que tiene que transformarse, en nombre del ‘Dios de todos los nombres’, en una gran familia de gentes dignas y solidarias.
-          Celebraciones creativas.
“Ver, juzgar y actuar” fue nuestro método de reunión, de vida y de oración. Añadimos “celebrar” porque nuestras oraciones, nuestros ritos, nuestras expresiones festivas tenían que ser una liturgia propia. Aprendimos a usar los símbolos más sencillos que la vida y la naturaleza nos regalaban. Por estas razones nuestras celebraciones son siempre novedosas, creativas, alegres, llenas de signos y de símbolos. Celebramos el Reino que crece por nuestros pequeños y grandes logros; celebramos la resurrección de Jesús que se manifiesta en nuestras transformaciones personales, nuestra fraternidad son frontera, nuestra solidaridad entre vecinos; celebramos la fuerza renovadora del Espíritu que nos empuja como pueblos hermanos a ser los artesanos de un Iglesia más evangélica y de una sociedad nueva.

3. APORTES DE LAS CEBs A LA SOCIEDAD
En las CEBs descubrimos nuestra capacidad no sólo de transformar la sociedad, sino de ser una nueva manera de vivir en sociedad, de ser gérmenes creciendo como nueva sociedad. Aprendimos el compartir equitativo entre nosotros y nosotras, como signo de nuestra fraternidad sencilla… a la manera de las primeras comunidades que “compartían todo cuanto tenían”; así manifestamos que una economía solidaria es posible. En nuestras CEBs nos responsabilizamos para los distintos servicios: animación, participación, decisión… vivida con el consentimiento de todas y todos; así vimos que la política era el servicio mutuo para que todos trabajemos para el bien de todos. También caímos en cuenta que los pobres tenemos pensamientos válidos, pequeños proyectos eficaces para la salud, la alimentación, la educación, la organización, la liberación…
Al solidarizarnos con otros grupos y organizaciones de barrio, de jóvenes, de mujeres, de cultura indígena y negra reconocimos que éramos capaces de transformar nuestro entorno y transformarnos entre vecinos. Aprendimos que es posible vivir de otra manera, personalmente, en la familia, entre vecinos, en las empresas.
Como CEBs vimos que nuestra fe tenía una dimensión social y un compromiso político. Participamos de las marchas de los primeros de mayo y otras fechas cívicas. Nos solidarizamos con los obreros tratados como esclavos, con los sindicatos reclamando por sus derechos, las mujeres discriminadas y violentados, los jóvenes reclamando por una educación que les capacite para un empleo real… Participamos de las campañas electorales, interviniendo para que sean atendidos nuestros derechos de pobres, participando en movimientos y particos políticos, siendo candidatos en listas de izquierda, formando partidos políticos. Modestamente podemos decir que las CEBs, al nivel local y nacional, somos un referente de honestidad, valentía, compromiso y solidaridad por un proyecto de sociedad donde quepamos todas y todos, una sociedad basada no en el dinero sino los derechos humanos y de la naturaleza.

4. DESAFÍOS ACTUALES
                Tenemos un caminar de casi 40 años como CEBs. Hemos encontrado muchas persecuciones de parte tanto de los gobiernos neoliberales como de la jerarquía católica. Ahora somos reconocidos, a pesar de no recibir todavía mucho apoyo. Pero allí estamos, decididos a continuar el camino abierto en la Iglesia y la sociedad.
                Decimos que el papa Francisco es uno de los nuestros. Lo admiramos, lo seguimos y nos hacemos eco de sus palabras y actitudes. Somos “los amigos de Francisco”, orgullosos de ser Iglesia de los pobres y ‘sociedades’ fraternas. Nos comprometemos a seguir en coherencia con el Evangelio del Reino, rebeldes contra la maldad en particular la del sistema neoliberal, entusiastas para aportar nuestro grano de arena a una sociedad más socialista mirando hacia Cuba y la organización autónoma de los Indígenas Zapatistas de México.
                Nos sentimos en comunión con todos quienes luchan individual y colectivamente por el Bien Vivir y la cosmovisión indígena. En comunión también con los Negros cuya cultura y sabiduría marcan colectivamente notas de nobleza y dignidad en nuestro país.
                Estamos decididos a hacer de nuestro continente, desde nuestros pequeños y múltiples espacios, “el continente de la esperanza”, porque ya vivimos un futuro distinto como Iglesia y como sociedad. Dios nos guarde fieles, solidarios y alegres.